martes, 13 de enero de 2015



Ojalá pudiera tallar la frescura de la ola del mar
y así, poder disfrutar de su olor, eterna sal en la brisa. 
Y quien pudiera oler siempre el despertar del cálido trigo mediterráneo, 
y la luna en la noche apareciese. 
Entonces sembraría la esperanza en tu espalda, y la regaría con mis dulces besos. 
Y tu sonrisa, como el sol, llenase el verde campo de tus ojos e hiciese florecer las amapolas que cubren tu cuerpo.