jueves, 27 de diciembre de 2012


  

- ¿Y si nos olvidamos de todo? ¿Y si hacemos ver que ya el mundo no existe?
- ¿Porqué dices eso? - preguntó él extrañado.
- ¿Y por qué no? ¿A caso tenemos algo que perder? El mundo se ha olvidado de nosotros, ya no nos trata como hijos suyos que somos. No quiere saber nada, nos ha dejado abandonados, y yo no quiero vivir en un lugar donde han dejado de quererme.
- Ya sabes que contigo, no me importaría ir hasta en medio del mar y allí tuviese que vivir para siempre a base de pescado y agua salada. Pero... ¿no crees que es excesivo? - y empezó a acariciarle la cara, tal y como él sabe, con la yema de los dedos pasándolos por la parte lateral izquierda del cuello.
Ella cierra los ojos, para darse un minuto para pensar. No quiere que él gane esta vez.
- No, no lo es. No creo que sea excesivo.- Y le aparta la mano suavemente del cuello y se la coloca en la mejilla. Le mira y él comprende que no es mentira, que realmente quiere desaparecer del mundo.
Entonces ella se coloca sobre su pecho, para poder escuchar su voz más fuerte. Lo necesita siempre que tienen este tipo de conversaciones, le encanta apoyarse en él para poder sentirlo más cercano. Para poder escuchar el calor de su cuerpo.
Bum bum, bum bum. Si, ese sonido le encanta.
- Pero nuestros padres, nuestros amigos... nuestro futuro... No podemos dejarlo todo a medias.- aunque hasta él mismo sabía que se engañaba a sí mismo. ¿Qué futuro, qué familia y qué amigos iban a echarle en falta? No tenían nada ni nadie a quien perder, no importaban a nadie.
- Sinceramente, me importan una mierda.- y mientras escupía esas palabras, levantó la ceja como muestra de importarle todo lo más mínimo.- Todos y cada uno de ellos. ¡Qué les den! Estamos solos en esto, no hay nadie ni nada que nos vaya a echar de menos. No tenemos nada que perder. ¿Hablas de futuro? ¿Cual exactamente? Creo que de eso nos faltará allá a donde vayamos. Lo llevamos impreso en nuestro ADN, no podremos tener un futuro ni aquí ni donde vayamos, es por eso que vivimos siempre el presente. ¿A quién le importa el futuro teniendo el presente?
Y ella se sacó el cigarrillo del paquete de tabaco que siempre escondía en la parte delantera de su ropa interior. Sacó el mechero del bolsillo posterior de sus pantalones extra cortos,  y se encendió el piti, mirándole a los ojos sin apartar la mirada, esperando impaciente una respuesta.
- Vale, no me hace falta nada más. ¿Nos vamos?
Se quedaron observándose en el silencio. A los cinco minutos se empiezan a reír, pensando en lo ilusos que son, que no hay posibilidad alguna de irse del mundo, sin saber que realmente podrían ser más felices allá donde fueran, pero jamás lo sabrán. Nunca fueron lo suficientemente valientes para fugarse y olvidar a aquellos que, al cabo de un tiempo, se olvidaron de ellos, para siempre.
Pero como si de una iluminación se tratase, se levantaron, se cogieron de la mano y empezaron a caminar sin rumbo, sin dirección, hacia algún lugar donde poder empezar una nueva historia, una nueva vida.


Hoy pensé en como sería el mundo sin mí. Si, qué egocéntrica que soy, pero realmente mi conclusión ha sido triste y sincera.

Igual.
Mi mundo sería lo mismo sin mí. La gente de mi vida tendría la misma vida. Lo que me rodea no me echaría de menos porque simplemente no soy imprescindible en este lugar.
Tendemos a creer que somos el centro de todo, cuando realmente no somos más que otra pieza en el puzzle  de la vida, esa pieza que no es imprescindible porque es la que tiene el mismo color que las demás, la que nunca encaja en ningún lugar, la que si desaparece no importa.
Pues bien, yo soy esa pieza, y lo bueno de ser esa pieza es que puedes desaparecer sin que nadie te moleste y sin molestar a nadie, y estar tranquila entre el montón de trastos para tirar, hasta que llegue tu final.
Me dejé engañar por la palabrería de nuevos Shakespeares, me dejé engañar por el cálido abrazo de alguno que se hacía llamar amigo, me dejé engañar por algo llamado calor del hogar. Ahora lo que importa es dejarte llevar por el sendero que te lleve a algún lugar donde poder ser uno mismo sin necesidad de intentar complacer a los demás.

viernes, 21 de diciembre de 2012

¡Y llegó!

El cielo se convirtió en un verde bosque lleno de nubes negras, por el que surcaban pájaros legendarios extinguidos, de colores imposibles y tamaños inexplicables.
Del  mar empezaron a salir extrañas criaturas, turquesas y violetas, escamas brillantes, ojos encendidos de terror, parecían fuego entre agua, teñida de negro y oscuridad.
De los bosques aparecieron unicornios azules, mamutes terroríficos, y árboles que hablaban con sus criaturas sobre como salvarse de tal barbaridad.
Y de esas montañas inexplorables surgieron insólitos seres blancos, gigantes, monstruos les llamarían algunos.
¿De qué huían? ¿Hacía dónde iban? Mejor dicho, ¿qué intuían?
El cielo se abrió de repente, apareció un infinito cielo estrellado color azufre, grandes llamas salían por esa enorme puerta que se acababa de abrir, dejando salir un viento que apagaría mil velas si se lo propusiese. Pero eso no era lo peor que podía salir de esa majestuosa puerta grabada con extrañas escenas sensuales y sugerentes. Asomaron de ella ángeles, enormes ángeles sin rostro, con gigantescas alas púrpura que no dejaban de moverse de arriba a abajo, buscando alguna víctima de entre la multitud que se hallaba en tierra, en espera de ese final tan trágico que ya imaginaban.
Las criaturas, desnudas y sin sexo, elegantes y mortíferas, aterrizaron en la tierra, sin decir nada. ¿Era el final? ¿Esto era todo, sin más se iban a rendir, sin luchar?
Exacto.
Los ángeles, sin vacilación, empezaron a seducir a la gente, agarrándolos por la cintura con una mano, y la otra en la mejilla, dándoles el beso que callaría sus vidas para siempre.
Pero de repente, un anciano que se encontraba solo entre la multitud, sin nadie a quien perder salvo un pequeño chiquillo de nos tres años, de ojos grandes y grises y de cabellera castaña, con una tez tan morena como la arena en la que se encontraban. Cuando al viejo se le acercó un enviado de la muerte, este no dijo más que:

- No es mi hora, déjame en paz y sigue con tu juego, que yo me voy para casa.

Y sin más, se fue cogido de la mano del niño, dirección al bosque que rodeaba la playa, sin girar la cara hacia atrás, y el niño le imitó, aunque finalmente se volvió para observar al ángel y sonreírle, enseñando sus perfectos dientes blancos tan inocentes que jamás volvieron a verle.
Lo que no supieron nunca el anciano y el niño era que los ángeles no buscaban el fin de la humanidad, si no esas mitades suyas que un día cayeron a la Tierra y que buscaban sin cesar, esperando con ansia volverlas a besar.



FELIZ FIN DEL MUNDO :)

jueves, 20 de diciembre de 2012


¿Quieres que te diga la verdad?, ¿la verdad de porqué el infinito cielo es azul?, ¿la verdad de porqué el agua que fluye por el río es transparente?, ¿de por qué no puedo dejarte?

Lo siento pero ese no es mi fuerte. Soy escritor, y como tal, como romántico que soy, no puedo decirte la verdadera certeza. La distorsiono, es mi trabajo, es lo que soy. Yo creo mundos y sueños, imagino nuevos lugares, encantados o no siempre con algo de embrujo bajo sus árboles, vivo la muerte y mato la vida. Pinto sentimientos e invento colores.
Así que lo que puedo decirte es que el cielo infinito sobre nuestras miserables cabezas es azul porque refleja tu mirada. Que el agua que fluye entre nosotros es transparente para poder ver tu cuerpo desnudo mientras te bañas. ¡Qué caprichosa la naturaleza!
Pero no me pidas que te explique el porque no puedo dejarte, porque ni verdad ni embuste puedo explicarlo.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Los dos sentados frente el mar, tocando con las manos nerviosas la arena, sin saber muy bien que podríamos hacer: huir o quedarnos. Estar aquí sentados ayuda bastante a relajar la situación. El mar, las estrellas y la luna reflejada en ese mar de tinta negra, en la que poder sumergirse para crear una nueva historia, un nuevo comienzo. Las palabras no salen de nuestras bocas, estamos débiles de no comer  durante el día, y no queremos dormirnos por miedo a que nos roben, aunque no sé muy bien el que.
Entonces escucho un grito ahogado en su garganta, y me doy cuenta de que quiere llorar, pero no delante de mí porque él tiene que ser el fuerte, aunque a veces llorar delante de alguien a quien amas muestra más valentía que luchar contra un ejército entero.
- ¿Quieres hablar del tema?- le pregunto, ya que si no los nervios podrían acabar con mi cabeza, que parece que esté a punto de estallar.
- ¿Qué quieres que te diga?
- No sé, cualquier cosa me basta, aunque sea gritame, ¡di algo!- si, he sonado demasiado desesperada.
- ¿Quieres que grite? ¡Pues grito! ¡Ahhhhhhhh!- y lo hizo, y nos reímos. Nos reímos porque él sabe como hacer de estas situaciones algo gracioso.
- Entonces, no hay más, ¿nos quedamos en la calle sin más? ¿No se puede hacer nada?¿Nos quedamos así para siempre?
- No exageres, siempre nos quedará la calle.- Y sonríe con esa sonrisa que solo sabe poner mi hermano, él.- No nos podemos quejar, nos tenemos el uno al otro, estamos unidos, nos queremos y encontraremos la solución.
- Pero es que ya no hay solución, no nos queda nada...- ¿qué se creerá este que podemos encontrar una solución al no tener nada? Ha perdido el juicio...
- Tamar, como tu hermano mayor de un minuto,-y se ríe- te voy a decir que sé que no es justo, y me duele tanto como a ti lo que nos está pasando. Sé que nos han quitado el futuro, que ya no nos queda por lo que luchar para continuar. Pero te diré princesita que no dejaremos que nos quiten el presente, lo viviremos tan bien como podamos, y el pasado nos lo guardaremos para nosotros, así tampoco nos lo podrán arrebatar. Anda, vayámonos de aquí  vayamos a buscar algo para comer.


Enciende el cigarro que sostenía detrás de su oreja, o mejor dicho medio cigarro que se había encontrado por el suelo. Se levanta, me ayuda a levantarme, y nos vamos cogidos de la mano, y tal vez alguna mujer soñadora crea que somos una pareja adorable, sin saber la que nos espera...