sábado, 12 de enero de 2013


Miro al cielo que está totalmente despejado. El calor ha hecho que se me pegue haya pegado la camiseta amarilla de tirantes al cuerpo. Pero no me importa. El aire es cálido y yo estoy aquí sentada en medio del prado. No es verde ni está lleno de flores amarillas, si no que es una pradera repleta de colores tierra y la hierba está seca, y no me importa clavarme las hojas secas en los pies porque me gusta sentir su calor.
Me tumbo en el áspero suelo y cierro los ojos, y poder sentir el corazón de mi hogar.
Siento los rayos de sol penetrar en mi piel y me hacen sentir un leve cosquilleo. Escucho a un pájaro cantar a lo lejos, en algún lugar, tal vez en un árbol seco, una alegre melodía natural. Noto como una hormiguita me sube por la mano, y giro la cabeza para mirar hacia mi brazo estirado, y la veo tan débil, aún sabiendo que es tenaz y fuerte, más que cualquier otro animal, seguro. Huelo la hierba seca, tan poco dulce pero a la vez muy agradable. Pero algo corta mi dulce sueño, oigo un avión mu cerca de mí, demasiado, entonces abro los ojos enfadada y miro hacia el cielo de nuevo. En efecto, un avión.
Decido levantarme e irme a casa de nuevo, enfadada. Realmente me gustaría perderme entre árboles y flores silvestres.


Olvidarte del mundo, devolverle la jugada que te ha hecho caminar, sin parar, sin llegar a ningún lugar. Solo caminar.

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