Ella tiene algo sobrenatural, algo que se me
escapa de entre las manos por mi imperfecta mente humana. Al cabo de unos
minutos de silencio, se relaja y me mira penetrante, con esa mirada que solo
tiene alguien que lo sabe todo, no la mirada de una inocente niña como parece.
- ¿Cómo sabes que el mundo se acaba?- le pregunto.- Porque yo soy el mundo, cariño.
- Entonces tu…
- No soy humana, aunque mi apariencia sea la misma. Más bien, podría decirte que tú eres parte de mí. Yo soy algo que cada ser en este planeta, se mueva o no, pero que fluye, que no es eterno, tiene dentro de sí.
- ¿Qué quieres decir con eso?
- Quiero decir que todos somos parte de algo, o mejor dicho, nos fusionamos en materia y vida, lo que fluye, tú y yo somos uno, este mundo es yo, y yo soy este mundo. Cuando mueres vuelves a formar parte de mí, y cuando vives, yo te doy esa parte que necesitas de mí para volver a fluir.
- ¿Eres Dios?
- ¡Jajajajaja! – y ríe de manera tierna, maternal en cierto modo. – No cariño. Siento decepcionarte, pero no tengo respuesta a eso que piensas, si hay un Dios en este universo que nos controla, va más allá de mi. Yo soy eso a lo que llamáis eterno, soy ese ciclo de la vida que lo da todo y lo quita, la que mata y la que crea vida.
- No lo entiendo…
- Es normal. Tu mente es humana, y solo puede entender lo que está en su mundo, lo que puede sentir y tocar, y muy pocos privilegiados llegan a comprender su hogar, y más allá de él. Es difícil pensar más allá de lo que tienes, por ello me muero… - y suelta un gritito desde su garganta.- Hay algo extraordinario en el ser humano, y es eso mismo que intentas hacer, intentas entenderlo e ir más allá de los que crees que es lo único que hay. Su capacidad de razonar, el que todo sea relativo y haya diferentes opiniones, tantas como cabezas pensantes, es vuestra mayor riqueza, pero no sabéis dar valor a lo que realmente lo tiene.
- ¿Quieres decir que nuestra mayor fortuna no es más que nuestra mente, eso lo que intentas decir? – la verdad es que en filosofía siempre nos han dicho que es lo que nos caracteriza al ser humano, que tenemos algo llamado razón, pero jamás pensé que oiría que es nuestra mayor virtud. ¿Cómo puede ser que eso lo diga algo que no sabe lo que es tener algo, que no tiene sentido de la propiedad? – ¿Y qué es, según tu, lo que peor se nos da?
- Vuestro mayor defecto es que no toleráis que existan personas que piensen esto. - no para de agonizar, oscuridad en su brillante faz… - Es terrible ver como no se tolera nada, ¡ni a mí! Que soy la que os da la vida. Pero ahí está la consecuencia de vuestros actos. Habéis matado aquello que algunos supieron valorar, la vida.
- Pero no todos somos iguales…
- Lo sé, pero la mayoría de vosotros estáis matándome, mientras os creéis más importantes que todo lo que destruis. No toleráis la variedad de culturas que habéis creado vosotros mismos, tampoco amáis lo maravilloso de esta tierra, ni valoráis un atardecer ni os paráis a mirar el comienzo del día en un bonito y claro día de verano. ¿A caso sabéis lo que es caminar por en medio de un inmenso bosque y mientras oléis la madera mojada de los árboles os encontráis con un asustado cervatillo que sale disparado al veros, pero durante una milésima de segundo se ha quedado mirándote, analizándote?, ¿te has parado a mirar, a caso, el sol abrasador del verano entre los secos arbustos mientras hueles el romero del mediterráneo?, ¿has contemplado el cielo estrellado desde la fina arena de la playa, mientras escuchas el respirar del mar? Os creéis superiores a todas las criaturas, ¿para qué? Para acabar así, sin más. – ahora su rostro es más tosco, parece la expresión de una leona a la que le quitan a su pequeño felino, aunque sigue pareciéndome una niña.
- Lo siento, pero tengo que decirte que eso no es del todo cierto. Muchas personas lo valoramos, y por ello estamos luchando en esta guerra silenciosa, que ha acabado estallando. Tenemos que pelear por lo que es nuestro, nuestro derecho a vivir y poder valorar esos momentos que describes. ¡Lo necesitamos!
- Los años seguirán pasando, pero el ser humano sigue sin aprender… - y con voz dulce pero ronca, me dice sus últimas palabras, y con ello, el único momento real que he tenido. Y así es como se inicia el fin.
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