Sigo buscando la materialización de ese olor
tan extraño, y me adentro en las profundidades de este cementerio vegetal, sin
ningún éxito. Horas y horas, y nada, lo único que consigo es que aumente mi sed
y curiosidad. ¿Será un espejismo? ¿Una flor que he pasado de largo? Tal vez no
haya prestado la suficiente atención a mí alrededor.
La verdad, estoy empezando a desesperarme,
necesito saciar mi curiosidad, y empiezo a creer que me estoy volviendo loca,
que solo es un espejismo, o tal vez sea el olor dulzón de la muerte del que
debería huir desesperadamente. Pero no, es demasiado exquisito para ser ella.
No es un olor apasionado ni pecaminoso, es más bien inocente, natural, algo así
como el jazmín a media noche, como el olor de un bebé, o tal vez a caramelo.
Y súbitamente el olor empieza a desaparecer,
lentamente, como lo hace el diente de león con el viento. Es ahora cuando me
doy cuenta que sea lo que sea, me necesita, necesita mi ayuda, ahora.
Empiezo a correr entre ramas que me
desgarran, pero ese olor me hace ser más fuerte y rápida, hace que todo el
dolor no importe, solo encontrarlo, eso es lo único que puedo querer en estos
momentos. Los arañazos me desnudan poco
a poco, dejando ver el mejunje de sangre seca y la que empieza a emanar de las heridas
recientes, dejando mi piel al descubierto.
Y por fin lo encuentro, o mejor dicho, la
encuentro tirada entre flores y verdes raíces de gigantescos árboles, y una
extraña humedad empieza a cubrir mi piel desnuda, algo bastante extraño,
dejando atrás la sequedad que me sofocaba hará unos instantes. El sol se
desvanece, desaparece entre la extraña vegetación que ha aparecido de repente
en mi pequeña montaña, esa pequeña y seca montaña, dejando a su paso un húmedo
y verde bosque, con grandes árboles y pequeñas mariposas volando alrededor de
bellas y coloridas flores. Y entre toda esa vegetación encuentro una enorme
flor, una flor enorme de diente de león.
Recuerdo que una
vez mi abuelita me contó que las flores de dientes de león eran casas, la
morada de hadas hermosas, que se esconden en ellas y descansan, ya que las
hadas viven durante muchos años y permanecen despiertas durante muchos más.
Pero cuando nosotros soplamos a una de estas flores, las hadas salen volando,
en busca de otra flor como aquella para seguir descansando, ya que las hadas son
seres muy perezosos, pero son como un amigo de verdad, que cuando las llamas,
aparecen en su forma real, solo hay que sentarse en medio del bosque y hablar
con él. Pero des de tu alma.
Y me viene a la
cabeza esta pequeña historia mitológica porque en algún recodo de mi corazón,
creo que lo que estoy viendo ahora mismo es algo totalmente fuera de lugar,
algo que supera cualquier expectativa.
Una pequeña
carita, entre flores silvestres y colores naturales, agoniza y a la vez ese
sufrimiento armoniza totalmente con todo lo que la rodea. Debe de tener entre
los siete u ocho años, su cara podría parecer la de un ángel caído, algo que me
lo estoy pensando realmente.
Ojos extrañamente
enormes para una carita dulce y pequeña, redondita y con piel suave, de un
moreno oliváceo, que resalta con esos ojos verdes, tan verdes como hojas en
primavera humedecidas por la lluvia recién caída. En esos ojos se refleja
agonía, pero ni temor ni dolor.
Su pelo,
perfectamente ondeado de un castaño caoba, le cae sobre su diminuto cuerpecito
y le acaba mucho después de la pequeña cintura, y ondula como el mar lo hace en
las costas más tranquilas, transmitiendo tranquilidad en esa agonía suya.
Dos pequeñas
manos reaccionan a mi llegada y se extienden hacia mí, pidiendo esa ayuda que
la boquita de color carmesí no logra expresar.
Me quito de
repente la conmoción de la cabeza y corro hacia ella, hacia la diminuta
criatura que requiere de mi ayuda.
La cojo entre mis brazos y la zarandeo, pero
la niña sigue aturdida, sin dar respuesta, solo haciendo ruidos vanos con la
garganta. Vuelvo a sacudir para que vuelva en sí, y vuelve, pero la
tranquilidad de su rostro se esfuma para que la histeria sea la protagonista de
su inexistente, ahora, de su dulce rostro.
- - ¡Oh Diós! No sobrevivirá nadie, ¡nadie! ¿Me oyes? ¡Nadie! – Grita de
repente la pequeña muchacha.
De repente me siento aturdida, noto que el significado de esa frase es algo más, algo más de lo que está sucediendo, pero no logro entenderlo. Pero no consigo comprenderlo mientras ella siga destruyendo mis pensamientos con sus palabras y logre desconcentrarme. - ¡Nadie!
- Niña, niña, ¿qué te ha sucedido? Tranquila, todo irá bien, pero antes tienes que tranquilizarte, deja de chillar y tranquilízate. Va, que estoy aquí, no me voy, pero deja de gritar… - Y, al parecer, parece que mis palabras surgen efecto sobre la niñita, y vuelve, a pesar del nerviosismo patente en ella, la dulce carita de antes. – Tranquila cariño, ahora intenta contarme que te ha sucedido, venga va, no llores…
- Es inevitable, ninguno de vosotros lo veis, me habéis hecho daño y seguís pensando en vosotros mismos, nadie sobrevivirá, nadie, por el simple hecho de no haber pensado en mi en ningún momento, moriréis y yo no estaré aquí para protegeros. Sois unos egoístas y lo estáis pagando con creces, y no podré protegeros más, y sin mí no podréis sobrevivir. – Y sus enormes ojos esmeraldas se posan en mi expresión estupefacta. No tengo palabras para responder, el corazón me va a mil por hora, no entiendo las palabras pero algo dentro de mí, si, y la rabia me reconcome, la rabia de que mi cabeza no sea capaz de comprenderlo, y siente celos de algo dentro de mí.
- No lo conseguiréis, y habréis destruido todo aquello por lo que luché, por vosotros.
Mis sesos acabarán por estallar. ¿Qué es exactamente lo que me está diciendo?
- ¡No lograréis sobrevivirlo!
- ¿¡El qué!? - Y lo grito con todas mis fuerzas, y lo vuelvo a repetir, cada vez más fuerte, ya sin miedo a que alguien pueda oírme. La chica se queda estupefacta, de repente ha dejado de soltar todas esas incoherencias, y me mira con ojos temerosos, que penetran directamente en mi mirada, y lo entiendo todo. - ¿Quieres decir que se está acabando? ¿Qué es la extinción humana?
- Del mundo.
De repente me siento aturdida, noto que el significado de esa frase es algo más, algo más de lo que está sucediendo, pero no logro entenderlo. Pero no consigo comprenderlo mientras ella siga destruyendo mis pensamientos con sus palabras y logre desconcentrarme. - ¡Nadie!
- Niña, niña, ¿qué te ha sucedido? Tranquila, todo irá bien, pero antes tienes que tranquilizarte, deja de chillar y tranquilízate. Va, que estoy aquí, no me voy, pero deja de gritar… - Y, al parecer, parece que mis palabras surgen efecto sobre la niñita, y vuelve, a pesar del nerviosismo patente en ella, la dulce carita de antes. – Tranquila cariño, ahora intenta contarme que te ha sucedido, venga va, no llores…
- Es inevitable, ninguno de vosotros lo veis, me habéis hecho daño y seguís pensando en vosotros mismos, nadie sobrevivirá, nadie, por el simple hecho de no haber pensado en mi en ningún momento, moriréis y yo no estaré aquí para protegeros. Sois unos egoístas y lo estáis pagando con creces, y no podré protegeros más, y sin mí no podréis sobrevivir. – Y sus enormes ojos esmeraldas se posan en mi expresión estupefacta. No tengo palabras para responder, el corazón me va a mil por hora, no entiendo las palabras pero algo dentro de mí, si, y la rabia me reconcome, la rabia de que mi cabeza no sea capaz de comprenderlo, y siente celos de algo dentro de mí.
- No lo conseguiréis, y habréis destruido todo aquello por lo que luché, por vosotros.
Mis sesos acabarán por estallar. ¿Qué es exactamente lo que me está diciendo?
- ¡No lograréis sobrevivirlo!
- ¿¡El qué!? - Y lo grito con todas mis fuerzas, y lo vuelvo a repetir, cada vez más fuerte, ya sin miedo a que alguien pueda oírme. La chica se queda estupefacta, de repente ha dejado de soltar todas esas incoherencias, y me mira con ojos temerosos, que penetran directamente en mi mirada, y lo entiendo todo. - ¿Quieres decir que se está acabando? ¿Qué es la extinción humana?
- Del mundo.
Y esas dos palabras son las que calan en el
interior de mi pecho, y abren un agujero, un agujero que hace que me arda el
pecho, que me duela y que olvide todas las heridas que hasta ahora no me
dejaban pensar en nada más.

No hay comentarios:
Publicar un comentario